jueves, 30 de junio de 2011

Picoteo en el tomate

Ayer despues de una tarde muy interesante (y ellas saben por qué), con mis amigas Paz y Mariola, probé por fin a tomar algo en el famoso "Bar Tomate".


Alli que nos fuimos Mariola y yo, totalmente minifalderas, con la intención de tomar un vino fresquito, que al final acompañamos de un picoteo.

El sitio está en la calle Fernando el Santo, una perpendicular a la Castellana antes de llegar a Colón.
Es chulo y se supone que es ahora mismo sitio de reunión de la gente de Madrid que quiere ver  y que le vean.
Pasamos a la barra y vimos unas mesitas como de tomar algo rápido y justo cuando ibamos a sentarnos un camarero muy alto y muy guapo (que hay que decirlo todo) nos echó el alto. Habia que pasar primero el filtro del compañero de la puerta, que tras mirar su cuaderno con las mesas dibujadas nos puso una cara de "nenas hoy no cenais aqui". Afortunadamente apareció una chica algo mas resolutiva que nos asignó una mesita, eso si, recordandonos que a las 9 y media estaba reservada. Teniamos mas de una hora.

El restaurante es moderno, con un aspecto de loft, espacio amplio, muebles industriales mezclados con otros más rusticos, muy limpio. Me gustaron los ventanales del restaurante que dan a la calle y las lamparas libro.
Tomamos dos vinos blancos (rueda fresquito), unas croquetas variadas (estaban aceptable,s tirando a buenas), unas alcachofas fritas que estaban un poco insipidas para mi gusto y que me parecieron demasiado poquita cantidad y unas patatas buthán. Estas últimas cumplen con la máxima de todo bareto de moda que se precie; es decir que el plato suene a exotico cuando lo pides, pero que no sepas bien lo que es (luego resultaron ser unas patatas con queso y pimiento rojo, claro que dicho así, suena un poco peor). El camarero guapo, nos tomó nota y nos atendió deprisa, pero no resultó nada cercano, ni agradable, simplemente correcto, eso si, muy correcto.
Picamos tranquilas, charlando de nuestras cosas, mientras el sitio se llenaba poco a poco.
Cuando fuimos a pagar, cumpliendo con nuestra hora límite de estancia en la mesa, estaba lleno.
Mucho traje, recien salido de la ofi tomandose cañas y en las mesas me pareció que había una mayoría femenina.
No fue caro y estuvimos comodas, pero no me pareció un sitio con suficiente categoría como para estar tan de moda.

Tengo que ir otro día por la noche a tomarme un copazo y ver si realmente te das con el codo del famoseo madrileño.
En todo caso, una tarde noche muy agradable, con un paseito de vuelta al cercanias de recoletos tomando un poco el fresco.